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Es manido y sabido, la importancia que para los egipcios tenía el paso al más allá. Se han ganado la fama de obsesos por la muerte, se dice incluso, que vivían más preocupados por esta que por la propia vida en sí. La realidad, difiere un poco de esta hablilla.
Es imposible negar la importancia que para los antiguos egipcios tenía el paso a la otra vida, empezaban a construir sus tumbas desde vivos, para que su morada eterna estuviese preparada para el día final de su vida en el mundo de los vivos, porque sí, los egipcios amaban tanto vivir, que realizaban las gestiones necesarias para que su vida que terminaba en Kemet (Egipto), continuase del mismo modo en el mundo de Ultratumba.
El Panteón donde reposarían era de vital importancia, descansaría y “viviría” para la eternidad, su protección debería estar a la altura de su rango social. Se cuidaban muy bien con hechizos en sus tumbas, terribles maldiciones que vendrían encima de aquellos que tratasen de profanar la morada eterna, pero una ayuda a más no vendría nada mal, la localización en este caso debía estar bien cuidada.
Si en el Predinástico las necrópolis se escondían bajo tierra, evolucionando y ascendiendo en el Imperio Antiguo hasta el infinito, en el Imperio Nuevo evolucionan para volver de nuevo a la más tranquila y silenciosa oscuridad.
En un remoto lugar de la entonces conocida Tebas y la ahora conocida Karnak se esconde un Valle protegido por las leyes naturales y sobrenaturales. Por ello, no es de extrañar que los Reyes del Imperio Nuevo (1550-1017 a.C.) escogiesen “La colina Tebana”.
Colina Tebana
Para empezar la localización semi-oculta de este lugar, era perfecto para mantenerse bien lejos de la mira de los ladrones de tumbas. Formado por acantilados, el gran circo rocoso del que estaba provisto, hacía que la vigilancia fuese más fácil.
Si pensamos desde un punto de vista teológico se consideraba un lugar de topografía sagrada: Una silueta piramidal, rememora la forma de las antiguas tumbas reales, el ascenso al más allá también se encontraba allí.
Meretseger |
Se decía además, que era un lugar sagrado porque allí habitaba la diosa Meretseger <La que ama el silencio> (Diosa con cabeza de serpiente, asociada a la Diosa Hathor), que protegía desde su atalaya el eterno descanso de los Reyes, su forma puede adivinarse con mucho esfuerzo entre las arenas del desierto.
Se localizaron los cuernos sagrados de la Diosa de Occidente Hathor, con un disco solar en el centro, extendiéndose su cuerpo en las colinas del sur, hasta llegar a Ta Set Neferu, el actual Valle de las Reinas, donde se creía se encontraba la divina vagina hathórica.
Formando así un recinto sagrado formado por cuatro necrópolis importantes: el Valle de los Reyes, El valle de las Reinas, Deir- el- Bahari y las tumbas de los nobles, principales centros arqueológicos en la actualidad.
Valle de las Reinas
Valle de los Reyes
Un lugar sagrado y mágico para descansar en paz, donde el árido paisaje del desierto ha escondido bajo sus pies, maravillosas tumbas reales durante siglos.
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